viernes, 27 de noviembre de 2009
Los días me aplastan, este otoño me apaña los ojos y los vuelve cristalinos con sus vientos polares. Me hacen congelarme hasta la punta de los dedos sin contar que mis manos se secan sin importar en que provincia esté. El frío me perfora el cuerpo, pasa sin permiso através de él, como si fuese un fantasma de algun pasado olvidado. Sin importar que lleve puesto, mi alma se congela cada vez un poco más. Caminar y perderme entre la multitud es lo que siempre suelo hacer. Sin importar si alguien me grita a las espaldas, no me interesa nada. He escuchado de muchos intentos de suicidios este mes, parece que no soy la única que anhela algo mejor que vivir con miedos e inseguridades. Me siento tentada por la minima idea del suicidio. Sí, aunque me creean loca de remate. Como si la muerte me insistiera, me insinuara que ya no hay un más alla que toda esta rutina. Como si los filos de los cuchillos y los colores de las pastillas debieran comvertirse en mis amigas. Me insita y no se que hacer. No se como reaccionar. No se si escucharla. Intento ignorarla, intento hacer como si nada, pero la cabeza me tortura. Estoy harta y ya ni siquiera se de que.
Confundida, desentendida, perdida.
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