sábado, 19 de diciembre de 2009
Se decreta que todos los amantes, independientes de cuál sea su sexo, quedan advertidos de que el amor, además de ser una bendición, también es algo extremadamente peligroso, imprevisible, que puede acarrear serios daños. Por lo tanto, quien tenga intención de amar, debe ser consciente de que está exponiendo su cuerpo y su alma a heridas de muy diferentes tipos, sin poder culpar de por ello a su pareja en ningún momento, puesto que ambos corren el mismo riesgo.
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