jueves, 24 de diciembre de 2009
Esto es lo que queda de mí después de vos. Una imagen sin reflejo ante el espejo, una voz sin eco, mi silencio rebotando en cada rincón. Mis manos intangibles a todo menos a tu ausencia, al espacio que dejaste vacío a mi lado; mi cuerpo casi roto de tanto dolor. Y mis ojos, que ya perdieron su color. Lo que queda de mí después de vos. Casi nada, pero todos tus recuerdos, todas tus imágenes no se quieren ir. La mitad de mis sueños ahora desilusionados, la mitad de mis ganas casi desganadas, la mitad de mi vida ahora casi muerta. Y mi corazón que fue arrancado de mi cuerpo el día que dijiste adiós. Esto es lo que queda de mí después de vos. Miles de palabras guardadas en un cajón. Cuántos recuerdos para recordarte, para sufrirte, para llorarte. Cuántas lágrimas que se pudren sin secarse. Será que tengo el resto de mi vida para extrañarte. Esto es lo que queda de mí. El espejo que ya no me refleja, mis manos sin tus huellas, las veces que en tus sueños me escondí. Lo que queda de mí después de vos. Una vida absurda que sin rastros te busca, una esperanza desesperanzada que sigue por seguir, un día sin nada de especial porque ya no te tengo y el peso inmenso de tus recuerdos que satura mi fuerza, que alimenta mi llanto y ahora, quererte duele tanto. Lo que queda de mí después de vos. Miles de sueños ahogados en un mar de abandono, deseos de esperarte sabiendo que no volverás. Mi boca te nombra para no olvidarte, mis lágrimas caen sin secarse, mis ojos te buscan por todas partes y mi vida reclama tu presencia desde que no estás. Lo que queda de mí después de vos. Algo que nadie entenderá, tan sólo yo.
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