jueves, 17 de diciembre de 2009
A falta de no encontrar a quién contárselo por tenerlos ya cansados, a falta de no poder llamarte y menos decírtelo en la cara y a falta de no poder escribirlo directamente en un correo: Lo hago de la manera que menos duele. Comienzo disculpándome, me disculpo por seguirte insistiendo, por seguirte viendo todos los días en las caras de personas que no saben, por pensarte desde la mañana hasta la noche, por encontrarme sin vos. Me disculpo por llorarte aproximadamente 2 noches por semana, por estar segura de que estás mejor que yo. Por reclamar cosas que ahora nada más no tienen sentido y por reclamarme cosas que no llevan a ninguna parte. Quiero también disculparme, por no dejarte en paz y atormentarte con post necios y por estar preguntándome constantemente como estás. Me imagino que es bastante duro sobrellevar algo y sobre todo es más duro si hay alguien recordándote el pasado. Por esto último es que me disculpo más, por no poder dejarte ir, por no poder entender y por nada más no hacer nada para remediarlo. Me disculpo también por seguir queriéndote. Me disculpo por esta carta que no lleva a ningún lado y me disculpo también por nunca tener la respuesta ni la solución y ni siquiera un asomo de seguridad. Me disculpo conmigo misma, por nada más no poder soportar esto. Me disculpo, por no entender. Esta carta termina acá, no doy respuestas, pero sí quiero dejar claro algo: Hacé lo que te haga más feliz.
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