jueves, 17 de diciembre de 2009
Miedo, en definitiva, a ilusionarme de nuevo para comprobar, una vez más, que tus expectativas no se han cubierto. Miedo sin embargo a no volver a ilusionarme, a pasar por la vida sin encontrar algo o alguien que te emocione de nuevo, a que no te envuelva la magia, a que te falte esa mirada que sin palabras te hace sentir especial, a pasar por la vida sin pena ni gloria, embarcada en un continuo de días y de noches llenos de monotonía y hastío, a sentir que nada interesante ocurre, que no hay nada nuevo que merezca la pena ser contado a ese amigo al que hace siglos que no ves. Miedo también a un teléfono que no suena, a un día de Reyes sin regalos, a un año nuevo sin mensajes en el móvil. Miedo a sentirme sola, incomprendida.
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