jueves, 17 de diciembre de 2009
Sucede que si vuelvo a abrir mi placard y encontrar restos de vos, el mundo se detiene y mi pulso también. Que si vuelvo a abrir un cajón, un cuaderno o un agujero en mi piel, no quiero encontrarte ahí. No quiero tener que cubrirme los ojos cada vez que abra una puerta, solo porque vos amenaces con estar detrás. Que si llego a encontrar tu nombre escrito en el espejo del baño una vez más, voy arrancar de mi teléfono el número nueve. Entonces vuelvo a encontrarte, como por casualidad, agazapado entre mi mesa de luz y las patas de mi cama, creyendo que no te puedo ver. Porque si vuelvo a escucharme nombrarte cuando digo dormir, voy a arrancarme las cuerdas vocales y atar con ellas todo lo que dejaste desparramado por acá. Necesito dejar de oler a vos.
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