miércoles, 23 de diciembre de 2009
Te pido un minuto a veces, intentando retenerte para que cambies de opinión. Pero vos sólo me das el tiempo que te sobra, el espacio que nadie ocupa, el vacío que te quedó. Te pido me des tu mano, pero encuentro tu puño cerrado, tan cerrado como lo está tu alma, y se hace tan difícil acercarte a mí. Te pido una caricia, me das tu espalda y aprendo a rogarte. Un minuto tuyo me salvará de sentir aún más dolor. Te pido que me entiendas y recibo quejas. Te pido que me escuches, pero te pierdes observando cualquier otra situación. Te pedí tantas cosas durante estos meses, y no pude lograr que esas cosas nacieran de vos. Y de tanto pedirte, me olvidé de decirte que sólo pido tu atención. Era cierto cuando me decías que entre los dos, sólo yo muero de amor. Te pido un beso robado, un recuerdo entre tantos otros, un pedacito de tu historia quizás, que te acuerdes que alguna vez, te hice sentir mejor. Pero ya no recordás más que mis errores y las palabras que se gastaron, los meses que transcurrieron dejando pedazos rotos de un intento de amor. Hoy te pido que me mires como alguna vez lo hiciste. Hoy te pido que confíes en éste corazón. No te rindas ni me rindas, que el tiempo siempre tiene su razón. No me sueltes ni te alejes; dame la oportunidad de ser felices y llegar a quererte mucho más que hoy. Pero tenías razón, cada vez que decías que entre los dos, sólo yo muero de amor.
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