miércoles, 23 de diciembre de 2009
Sea como sea al otro día, esa noche lo tenía adelante. Mirándola con ojos sinceros y tristes, preguntándose porque todo tuvo que ser de esa manera. La persona que años atrás le había quebrado el corazón en 20 pedazos y había arrancado el sueño de una persona enamorada, volvió para hablar de lo sabido. Una explicación de la realidad que ella conocía antes de que se la digan. Fue espectadora de un llanto que sabía que sucedería tarde o temprano. La falta de coraje y valor hoy, puede jugarte en contra mañana, y él era un vivo ejemplo de lo que ella se refería. Sin embargo ella se quedó. Lo escuchó. Le habló. Necesitaba confirmar lo que había sentido durante todo este tiempo después de un duelo no querido. Entender su por qué. Entender su presente. Necesitaba creer, para así ganar la batalla que jugamos todos entre lo que pensamos y sentimos. Quizás mañana ya no tenga razones para odiarlo o quererlo. Pero esa noche eligió escuchar. Perdonar y consolar a quien la había dejado sola tiempo atrás. Esa noche habían cambiado roles. Era él, el que la miraba en forma desesperada para que se quedara una vez más. Era él, el que necesitaba ser escuchado y comprendido, para así ser perdonado. Pero algo en ella había cambiado. Ya, sinceramente, no le importaba. Cuando uno ya no encuentra emociones en sus sentimientos creo que es porque ese sentimiento se terminó. Eligió sonreír, y volver a la relación cordial que habían logrado un año atrás. Dejar que esa noche pasara al olvido, y abrir lo ojos para ver que realmente nada había cambiado, que él seguía siendo igual. Sin valor y coraje, no hay nada que se pueda alcanzar. Porque lo que él todavía no sabe es que ella tiene un As en la manga, que guardó en su bolsillo. La carta que quedó pendiente de jugar, en ese partido que empezó unos cuantos años atrás, y que llegó el momento de mostrar, porque todo tiene un final.
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