sábado, 27 de febrero de 2010
Una vez pacté con el destino mis sonrisas y mis lágrimas, acordando en cada una de ellas una profunda felicidad. Sentimientos agotados, encerrados por el profundo recuerdo que marcaron en mi corazón, olvidados y presentes en un viejo baúl con llave. Sonrisas irrepetiblemente únicas yacen sobre el tiempo, tatuándose en la esencia que ardía de pasión en mi interior. Recuerdos.. simples recuerdos, vívidos recuerdos, envidiables recuerdos, imaginando si quizá algún día, consigan liberar aquella alma que perdí pactando una trágica felicidad eterna.
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