lunes, 1 de marzo de 2010
Dime, por qué tu mirar provoca semejante ironía en mis sentidos, asumiendo léntamente a pesar de las duras penas que ésto que siento es más grande que cualquier cosa. Dime, por qué te adueñaste de la inocencia que sobrellevaba mi vida, convirtiéndote así en el complemento necesario capaz de sostenerme en mis tropiezos y llantos. Dime, por qué te quiero de éste modo, y por qué cada vez que te veo siento cómo la adrenalina descarga su energía por mi cuerpo.
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