
Escondernos en nuestro propio dolor no es más que un falso intento de evasión de la realidad, un impedimento ciego en el cuál todo cuánto nos rodea resulta sordo al corazón. El hecho de no saber la manera en la que reaccionar y concluír los problemas nos atrapa en una especie de un monótono círculo creado por nuestros propios pensamientos y dominados por la subconsciencia que realza la salida de éste cohexionado a las esperanzas perdidas. Quizá no sea hoy, y quizá tampoco sea mañana, pero tiempo al tiempo..... observamos cómo todo aquello que dábamos por perdido comienza de nuevo a austentar el remedio contra el cruel y desprevenido destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario