lunes, 1 de marzo de 2010
Exilié mi voz entre mil cantos en busca de la harmonía que desprendía la melodía que envolvía al tiempo. Busqué tras los mares y océanos, en cada gota que dividía aquel extraño mundo subsistente. Reprimí en mí misma las penas de mis ansias por lograr conseguirlo, agarrotando el ego que engloba los sentimientos que navegan líbremenete por la dulzura de la fe. Luché, peleé, recorrí mágicos lugares, pero aún así no lograba difundir aquella espina que quedaba clavada en mi aliento. Finalmente comprendí, que la realidad no era aquello que buscaba, si no sumida en un interminable sueño era el lugar dónde me encontraba.
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