sábado, 27 de febrero de 2010
Soberbio y natural amanecía el día, con dulces toques de luz reflejados en las lejanas estrellas difuminadas a lo lejos. El olor de hierba fresca se introducía hasta mi pecho, entremezclándose con el dulce aroma que ofrecían los pétalos. Los recuerdos se extinguían al paso de la suave brisa, pero lo más duros momentos persistían en el acento de mis respiraciones, entrecortándolas al inundar mi mente y contagiándolas de un horrible temor. ¿Hasta cuándo más durará éste sufrimiento?; Sólo el destino es capaz de hacerle sombra al tiempo... mientras tanto sólo existe una única alternativa, resistirlo.
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